Doblete de zapatillas y sargo peleón

Tras la evasión del poniente y la llegada de nuestro aliado en verano, el levante, las aguas se pusieron muy claras y sin presencia de algas, así que decidimos de salir en busca de alguna dorada. Me hubiera gustado ir de día pero escuché que la Guardia Civil estaban por la zona cogiendo nombres de los pescadores que se ponen a pescar de día así que tuvimos que ir por la tarde para intentar coger algunos rayos de sol antes de que entrara la noche, y como ya estábamos allí pues nos quedamos unas horas de amanecer tras la larga y silenciosa noche.
Conforme íbamos para el pesquero el viento hacía una buena presencia y tras ir ablando con los amigos que me encontraba al paso, no había nada de algas, la cosa prometía. Uno de ellos ya se iba pero había capturado una dorada, la cosa estaba calentita. Una vez llegado al puesto elegido a montar las cañas lo más rápido que pude para aprovechar al máximo el sol. El viento luchaba con fuerza y arrastraba a su paso mucha arena. Los cebos elegidos para el arranque fuero gusana americana y muergo entero, ya que la marea iba subiendo e iba a ganarle cada vez más metros. Una vez lanzadas las cañas solo nos quedaba esperar...
Al cabo de un rato repasé la caña que tenía gusana para vez como andaba la cosa de ruame y venía casi intacta, así que como llevaba de sobra puse otra nueva y volví a lanzar. Transcurrió 1 hora larga cuando fui a repasar la misma caña y notaba peso. El viento de levante hacía de las suyas dificultando la recogida pues me estaba resecando el hilo que montaba (0.16 mm). Recogí unos metros más y me percaté que había una pieza al otro extremo de la línea, así que avisé a mi padre. Cuando llegó ya estaba en el rebalaje. Observé que era de un tamaño disimulado. Cuando se cansó y la puse en la arena me fije que echaba sangre y el anzuelo estaba tragado. Si no hubiese sido por el viento se habría notado alguna picada y hubiese tardado menos. Pero bueno había que amoldarse a la situación. Puse otra gameta que ya tenía preparada con una gusana y lancé rápido para no perder tiempo pero la noche se echó encima y no dio presencia alguna ningún pez.

En el cambio de marea no se dio nada tampoco y empezó a bajar. El viento seguía pegando muy fuerte y no tenía pinta de parar. Durante la noche entró el enemigo, "el ruame", así que me puse a gastar el cebo que me habían cedido, sangre y canutillo. Con este cebo saque unos cuantos de roncadores y bailas de tamaño medio/pequeño que fueron devueltas al mar. Hasta las 4:00 de la madrugada no cedió el viento y empezó a irse poco a poco el ruame. Puse las cazoletas de los cañeros lo más alta que puse y echadas hacia atrás para detectar mejor la picada. También se acercaba el cambio de nuevo de la marea, así que al poco tiempo cambié los cebos, monté una tira de choco en un 0.35 mm y una gusana americana de tamaño medio en un 0.28. Todo se había vuelto muy bueno para tentar alguna pieza. No llevaba la gusana ni 10 minutos en el agua cuando escuché el sonido de una chicharra. La gracia es que no observé ningún avisador de picadas en color rojo pero al no ser una picada en seco e ir tirando despacio y continuamente de la línea, no cambió de color. Me fui rápidamente para la caña que tenía una americana y así fue, esa fue la elegida por el pez. Tenía fuerza pero al cabo de unas vueltas de manivela empezó a dejarse venir. Ya en el rebalaje lo vi y supuse que podía ser una dorada o un sargo, más bien un sargo pues era de noche y acostumbran a andar cuando no hay luz. Con un par de olas lo puse en seco y estaba en lo cierto, era un buen sargo de un tamaño muy grande.
Menos mal que venía por el sabio enganchado sino podía haber perdido esa captura porque estos ejemplares de gran tamaño tienen una dentadura increíblemente fuerte, con más dientes que una dorada (ya que ésta tienen más molares) que cortan mucho. Le saqué el anzuelo, encarné rápido y volví a lanzar en busca de algunos más. Vídeo del sargo peleón.

 Ésta captura supuso un "chupito de adrenalina" para combatir el sueño. Empezaban a salir los primeros rayos del sol y no se daba ninguna pieza más, así que cambié el choco por un muergo entero y la americana por otra de mayor tamaño. Lancé lo más lejos que pude y nos dispusimos a esperar hasta que a eso de las 8:00 de la mañana estábamos hablando los dos cuando escuchamos una chicharra, miré rápido para las cañas y de nuevo fue en la que tenía lanzada con gusana. De un principio ofrecía mucha resistencia y supuse que sería una dorada metida en un par de kilos, así que me adentré en el agua para que pudiera pasar mejor un escaló de arena que había. Pasó unos minutos cuando la pieza se dejó de ir y venía fácil hacia mi. Cuando la vi fui reculando hacia atrás y la pieza me acompañaba si poner resistencia. Solo en el último escalón se opuso algo pero salió sin mayor complicación. Fue otra zapatilla pero ésta era de mayor tamaño. Vídeo de las doradas.


Esperamos un rato y no se presenció más picadas así que pusimos rumbo a casa.

4 comentarios:

  1. Buena pesquerita Roque, al menos tuvisteis la recompensa de estar allí tragando Levante, para mi el mejor viento pero el mas coñazo de soportar.

    Que me suena esa playa!!!

    Saludos desde El Puerto.

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    1. Gracias Marcos, como lo sabes, es muy bueno pero hay que tener muchas ganas para aguantar el tipo, y sobre todo en esa playa que bien conoces que cuando sopla, sopla... jeje.

      Un saludo.

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